martes, 29 de noviembre de 2011

En un lugar oscuro, de innumerables ocres, sin embargo. Alguien me pedía prisa y yo me sentía una tortuga. No quería salir de aquel pequeño espacio. Abrí, unos milímetros tan solo, la puerta. Efectivamente, lo vi. Pero no quise salir. 
Remar por un camino de lagos. Aprenderse de memoria todo el recorrido, pues aquí las migas de pan se hunden entre verdes y, una vez más, ocres. Pero no sé con quién voy remando, en esas aguas de color extraño. Llegamos a una cascada, pero justo es la hora de volver.
Subir una montaña.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Una noche "típica" de sábado, o viernes, quizás. Vueltas y vueltas por un subterráneo, a veces solitario, a veces una feria. Resulta que soy amiga de la de los tatuajes, o de una especie de Amy, o de una especie de Ana. Estaba sentada encima de una piedra, esperándome. Yo fumaba (por ella). Un momento... ¿me estoy fumando el incienso? David me pedía probarlo. ¡Cuánto tiempo, David! Desde el colegio.
Aquí viene Belén preocupada, necesita consejos para el examen de mañana. Se examinaba sobre Heidi y las montañas.
Todos me decían que estaba más guapa.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Soñé entre azules y ciruela. Suelos oblicuos, pendientes imposibles, pasos al aire. Estaba delante del espejo, de repente me llevaba la mano a la cabeza y cual fue mi sorpresa al mirarme los dedos, que estaban llenos de sangre. Había perdido un trozo de mi memoria, de mis recuerdos, quizás. Lo que llevo ansiando tanto tiempo. Entonces me recorrió esa sensación de impotencia, de no poder recuperar una parte de mí, de sentir que algo mío se ha ido para siempre. No me atreví a tocarme de nuevo, por miedo a que se hubiese perdido aún más. Entonces acudí corriendo a mamá, que, muy segura de lo que hacía, me metió la cabeza debajo de un grifo de agua. Como quien corta una hemorragia, cortó lo que se me escapaba de dentro.